Urgente, renovar el sentido de la esperanza

• El 2 de octubre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia y el aniversario del natalicio de Mahatma Gandhi. • Pensar en él es pensar en la historia de la humanidad; en qué momento estamos y hacia dónde debemos ir: Pedro Isnardo de la Cruz. • Los trabajadores sociales y profesionales de lo social pueden ayudar a construir vínculos donde imperen las libertades y el respeto a los derechos humanos, agrega.

UNAM-DGCS-829|Ciudad Universitaria|11:00 hs. 30 de septiembre de 2021. Las ideas y el ejemplo de Mahatma Gandhi sobre la no violencia son más vigentes que nunca, pues significan la renovación de la esperanza, reconstruir democráticamente el vínculo con los demás y la apuesta a preservar relaciones dignas en las que impere el respeto, el ejercicio y la defensa de los derechos humanos.

Así lo afirma el profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Pedro Isnardo de la Cruz Lugardo, al recordar que el 2 de octubre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia y el aniversario del nacimiento del líder del movimiento de Independencia de la India y pionero de la filosofía de la no violencia.

“Esta efeméride es importante porque implica la referencia a un personaje que logró trascender no solo por su filosofía, sino por sus actos de vida. Hablar de Gandhi supone pensar en la historia de la humanidad misma, en qué momento estamos y hacia dónde debemos ir. Es allí donde radica la fuerza de sus ideas y de sus ejemplos pues hablamos de amor y lazos comunes entre los seres humanos como una metodología de construcción del bienestar colectivo”, explica el también coordinador de Investigación de la ENTS.

La historia, trayectoria y legado de uno de los más grandes líderes políticos y espirituales del siglo XX, requiere un momento de reflexión y cuestionamiento de lo que hacemos en nuestra vida diaria y de cómo nos vinculamos con los demás. Esto es importante en el marco de una economía capitalista en la que predomina la lógica del poder, de la competencia, el escepticismo, el ver al otro como un objeto y en la que persisten la xenofobia, discriminación y racismo.

En Gandhi, subraya el académico universitario, encontramos la no violencia como un proceso, una metodología renovadora de vínculos y relaciones, una apuesta para abordar los conflictos y la complejidad de la cotidianidad, potenciada ahora por la pandemia a causa de la COVID-19.

“La no violencia se actualiza no solo como una metodología intercultural y de cuidado intercomunitario para renovar procesos y energías de proyectos sociales, libertades y derechos, también como una forma de autogobierno a nivel personal, y al interior de las comunidades y de quienes tienen responsabilidades públicas -de ejercicio del poder, de representación y sostenibilidad de recursos-, más, en una era en la que los bienes públicos, comunitarios y ambientales son cada vez más competidos, desafiados y deteriorados”, enfatiza.

El 15 de junio de 2007 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció esta efeméride con el objetivo de “difundir el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública”. La resolución reafirma “la relevancia universal del principio de no violencia” y el deseo de “asegurar una cultura de paz, tolerancia, comprensión y no violencia”.

En ese sentido, el doctor en Ciencias Políticas y Sociales destaca que las y los profesionales de lo social tienen un papel importante desde el ámbito de la salud mental, del bienestar psicosocial, y sobre todo, con su capacidad de incidir en dinámicas virtuosas entre las personas, donde imperen las libertades, la preservación de los recursos naturales, la mediación comunitaria y el respeto a los derechos humanos.

“Hay un desafío mayor en temas de educación y formación de la conciencia y prevención de las consecuencias de los riesgos y sufrimientos sociales”, asevera.

Mohandas Karamchand Gandhi, añade, también criticó las dinámicas de la economía, el trabajo, el capitalismo y sus lógicas de dominación y poder, de anulación o de visualización de los demás como objetos sin dignidad ni consciencia.

Hoy, agrega el experto universitario, también se debe trabajar por mediar la ecuación de fuerzas, proyectos y liderazgos que buscan preservar lo que daña al ambiente, a la convivencia, a los derechos de los demás: la destrucción del otro, la afectación a su cuerpo porque no piensa como uno o porque sus ideas, convicciones, creencias o libertades se asumen como un atentado a lo que uno piensa.

“Las ciencias sociales y en particular, profesiones de lo social, pueden recuperar la cimiente, la visión, la fuerza de los ideales de Gandhi para recomponer el tejido de una economía y una convivencia sin bagaje espiritual, ético y moral; para reconstruir nuestra capacidad de recrear experiencias y vidas armonizadas con el entorno y la no depredación, centrados en una vida armoniosa, donde no impere el consumismo, la lógica del poder y la dominación tecno capitalista”, acota el también posdoctor en Trabajo Social y Políticas Públicas.

Gran espíritu

Mahatma Gandhi es honrado en la India como el padre de la nación. Fue pionero en practicar la resistencia a la tiranía a través de la desobediencia civil masiva no violenta mientras lideraba campañas a escala nacional para mitigar la pobreza, expandir los derechos de las mujeres, eliminar las injusticias del sistema de castas. Fue encarcelado varias veces.

Debido a su grandeza se le llama Mahatma, que significa “gran espíritu”. Líderes en la lucha de derechos civiles, como Nelson Mandela, han reconocido a Gandhi como fuente de inspiración para conseguir igualdad de derechos para su gente.

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